El parque de la Sortija, la canción que ahora presenta Antiplancton, no puede llegar en mejor momento. Con fechas cerradas para presentar su material en directo y la respuesta positiva que han tenido sus anteriores avances, los integrantes de la banda perfeccionan en el local de ensayo el set list con el que subirán a los escenarios.
En El parque de la sortija de nuevo encontramos esos arreglos de guitarras característicos y los ritmos electrónicos en los que tan obsesivamente han trabajado. Pero hay más: uno se puede sorprender en la pista de baile con los pies en las programaciones y las baterías y la cabeza dándole vueltas a esa letra que explora temas como la búsqueda de identidad y la necesidad de encontrar conexiones personales. Eso quizás refleja la esencia de Antiplancton y anticipa lo que se avecina en su primer álbum.
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«Por eso, a pesar de llevar electrónica, nos propusimos que todo fuese orgánico —comenta al respecto Fabián Yanes— - Toquetear los samplers, el sinte analógico, las guitarras... Esto nos da incertidumbre y tensión pero al mismo tiempo nos permite sentir mucho mejor las canciones y que llegue de manera más directa».
El álbum, cuyo lanzamiento está previsto para después del verano, ha contado con la producción de Raúl Pérez (La Mina) y las mezclas de Manu Cabezalí (Havalina), quienes han entendido a la perfección la visión de la banda.
Antiplancton tiene grandes planes para este verano: estará presentando su nuevo disco, y empezarán en casa, en las islas Canarias, con actuaciones destacadas como la del Phe Festival el próximo 18 de agosto. El objetivo parece claro: «ofrecer directos enérgicos y ayudar a la gente a que se sumerja en los ritmos obsesivos y no se desconecte hasta que finalice la última canción».
El videoclip de El parque de la Sortija, le da una capa de significado más a la canción. Su director, Miguel G. Morales, ha trabajado con archivos anónimos y fragmentos de películas para resignificarlos, siempre con el movimiento de los cuerpos como eje central. La desinhibición, el descubrimiento del ritmo y el lenguaje corporal «se entrelazan en una narrativa visual que representa el refugio y la resistencia a través del baile», según palabras del propio director.